Los lenguajes elementales del alma👒
Y cómo el fuego, el agua, el aire y la tierra nos enseñan a sentir.
adentro es un newsletter semanal gratuito donde comparto reflexiones, curiosidades, sensaciones y emociones que han estado rondando en mi mente –con la esperanza de evocar una chispa reflexiva en ti, también.
Si leíste algo que te movió, te invito a compartirlo a través de tus redes sociales. Gracias por estar aquí, significa mucho para mí♥️
En el news de hoy...
👒Estoy reflexionando en DesAprendiendo sobre... cómo noto la presencia de los cuatro elementos al hacer sentido de mi mundo interno.
📣Estoy compartiendo en Novedades... qué puedes esperar en nuestra sesión de este mes de acompañar, el club de journaling que guío.
📰Estoy incluyendo en Recomendaciones –un episodio de podcast que embona perfecto con el tema de hoy; y, un taller de escritura facilitado por una querida amiga y mentora.
Como siempre, te comparto el acompañamiento musical para esta edición. Y, también te recuerdo que aquí puedes encontrar el playlist oficial de adentro.
Durante mi visita a Mérida, asistí por primera vez a una ceremonia de cacao –una práctica milenaria y ancestral, principalmente originada por las culturas mayas y aztecas, con el propósito de ofrecer una conexión espiritual con la naturaleza, con los demás y con uno mismo a través del cacao. Según un artículo de National Geographic, su simbolismo sagrado origina por ser considerado un alimento de los dioses. Hoy en día, las ceremonias de cacao se facilitan en comunidad, acompañadas de meditaciones y reflexiones grupales, que buscan profundizar esa conexión humana. Hay algo poderoso y medicinal en ser parte de un ritual ancestral comunitario, y me sentí increíblemente privilegiada de estar ahí.

Nuestra guía facilitó diferentes meditaciones, pero hubo una en particular que se ha quedado conmigo un par de días más: la meditación de los cuatro elementos, una meditación guiada que busca conectarte con los elementos de la naturaleza –aire, fuego, tierra y agua– tanto dentro de nosotras y nosotros, así como en el mundo externo. La suave voz de la facilitadora nos llevó por cada elemento y nos recordó, hacia el final de la meditación, cómo podemos acceder a cada uno de esos elementos cuando nos estamos sintiendo de una determinada manera:
pisar tierra firme en momentos de gran angustia; o,
flotar en un cuerpo de agua en momentos abrumadores; o,
recibir el viento en el rostro en momentos de compresión; o,
ver cómo danza una llama sobre una vela en momentos agitados.
Mientras meditaba sobre la manera en la que aparece cada elemento en mi vida, no pude evitar darme cuenta en la forma en la que se cuela cada elemento en mi lenguaje interno. Incluso en este mismo newsletter, sin darme cuenta, he usado cada elemento para explorar diferentes aspectos de mi mundo interno.

Nunca había pensado sobre la infinidad de formas en las que uso los diferentes elementos para hacer sentido a mis emociones, a mi mundo interno, e incluso comunicar aquello que podría estar necesitando.
A veces, después de un largo día de trabajo mental, me pillo diciendo algo como: "tengo el cerebro seco." En esa corta pero poderosa frase, también estoy gravitando de manera instintiva hacia el agua, un elemento que está cargado de una simbología emocional, de contención, de profundidad y de conexión.
A veces, en un momento de empatía hacia otra persona, me noto diciendo algo como "percibo que tus emociones te inundaron"; y ahí, sin decir mucho más, también está apareciendo lo que esa persona podría necesitar –espacio para vaciar, una válvula de escape para dejar que salga el agua, quizás en lágrimas o un desahogo.
A veces, cuando detecto que mi sistema nervioso central está regulado, me escucho diciendo "el mar interno está en calma", nuevamente identificando la presencia del agua en mi lenguaje como una manera de describir que estoy atravesando un momento de regulación y calma emocional.

Otras veces, me pillo describiendo a mi mente como "comprimida" y "con necesidad de airearse", como si estuviese notando que necesito darle espacio y aire a mis emociones y pensamientos –mi journal o una conversa en un espacio seguro siendo mis lugares preferidos para ventilar esa agitación interna.
Otras veces, me noto hablando de "una chispa creativa" para nombrar esa idea que, como un efecto dominó, me está invitando a accionar: a anotarla en algún lugar o desempacarla, para que poco a poco vaya tomando forma.
Incluso, a veces me observo sintiendo a mi mente "inflamada", con una gran capacidad de producir un incendio interno si no me doy el tiempo de atenuar esa experiencia emocional inflamatoria.

A veces, me siento "dispersa", con miles de pensamientos y emociones revoloteando por mi mente, desesperadas por encontrar una pista de aterrizaje donde puedan posicionarse con estabilidad por un rato.
O, incluso, cuando me noto con una postura "firme como un roble", que rehusa doblegarse; que bien podría ser una señal de seguridad y solidez, cuando estoy hablando de mis valores o no-negociables; así como también podría ser una señal de rigidez interna, cuando estoy hablando sobre opiniones o perspectivas inamovibles que me distancian de pensamientos o ideas diferentes a las mías.

Quise escribir de esto hoy porque necesitaba un espacio para desempacar estas reflexiones que había despertado en mí esa meditación, pero también como una invitación. Creo que a medida que "avanzamos" como sociedad –en nuestras herramientas tecnológicas y de innovación– se nos olvida que todas y todos venimos (y seguimos siendo parte) de la naturaleza. Y que, precisamente porque venimos de ahí, habitamos esa naturaleza de manera interna –aparece en nuestra ciclicidad humana y en nuestro lenguaje, también, como he intentado describir hoy.
La respuesta se revela cuando la naturaleza se cuela en nuestras palabras: una sensación interna comprimida, naturalmente nos pide aire; una sensación interna de sequía, naturalmente nos pide agua; una sensación interna inflamatoria, naturalmente nos pide apagar fuegos; o incluso, una sensación interna dispersa, naturalmente nos pide enraizarnos. A veces, lo que siento no aparece en forma de palabras, sino en sensaciones: una rítmica oleada, una llama que consume, un viento agitado, o incluso una rigidez que me incapacita moverme.
Y, así como nos lo mencionó nuestra guía en la ceremonia de cacao, en la naturaleza externa también están las respuestas a nuestros malestares emocionales. Un cuerpo de agua –vasto y profundo como el mar, o en calma como un lago– cuando necesitamos regularnos. Una ardiente fogata a la cual podemos regalarle nuestra atención plena. Unos rayos de sol que nos devuelvan vida. Una suave brisa a la cual podamos exponernos para ganar perspectiva. Un pedazo de tierra o de grama que reciban nuestros pies descalzos para devolvernos estabilidad en momentos de intenso movimiento.

Mi intención con la edición de hoy es invitarte a monitorear cómo aparecen los lenguajes elementales del alma en tu vida, en tu día, en este momento. Quizás abrirte a las respuestas que ya están disponibles para ti, con la intención de conectarte aún más contigo misma o mismo, el lugar del que vienes y el hogar que todas y todos compartimos. Gracias por leerme y por llegar hasta acá, recibo tu atención y presencia con muchísima gratitud y cariño.
Mi gentil recorderis para el día de hoy:

Te comparto las recomendaciones de contenido que he estado disfrutado recientemente.
Podcast
Cecilia Vicuña - Si no sentimos, ¿qué nos queda? (Volvámonos Verdes)
Mi algoritmo de Instagram me lanzó un clip de este episodio y corrí a guardarlo para escucharlo cuanto antes. Y, ¡wao! Cuánta sabiduría, cuánta suavidad, cuánta ternura y empatía estuvo presente en este episodio. No conocía de Cecilia antes de este epi –cineasta y poeta chilena– y ahora he quedado con ganas de escucharla aún más. La conversa inicia con su experiencia defendiendo los glaciares y, poco a poco, se transforma en un manifiesto de la vida: una llamada a proteger toda la vida con amor y empatía, y evitar a toda costa la destrucción (en todas sus formas).
Es de esos epis que se quedan un rato más contigo, incluso invitándote a volverlo a escuchar –quizás, para escucharte a ti misma en él, también. ¡Simplemente maravilloso! Puedes escucharlo haciendo clic aquí o abajo.
Talleres
Recorrer la memoria por Julieta Ledezma (Ciudad de Panamá)
Este año he re-confirmado que estamos, colectivamente, regresando a lo comunitario. Lo he sentido como persona, como psicóloga y como educadora. Este taller de escritura que facilitará Julieta suena como un espacio tan honesto, mágico y vulnerable para explorar tus vivencias a través de la escritura. Tengo la fortuna de conocerla y sé que lo que se vivirá en este taller será único.
Si resides en la Ciudad de Panamá y has estado sintiendo el susurro de explorar tu escritura –¡este puede ser un hermoso punto de partida! Será el sábado 14 de junio en Casa Santa Ana. Puedes leer todos los detalles aquí.

♥️Amorcito que recibe Adentro♥️
Me encantó el post de hoy y su título, muy cercano a mi corazón.
- PR, en respuesta a una de mi más recientes entradas "La belleza quieta de mirar de verdad"
Para escribir en tu journal
¿Cómo notas que el lenguaje elemental del alma aparece en tu vida?
¿Qué notas que te está pidiendo?
Este newsletter es el producto alquímico de todos los elementos; reenvíaselo a alguien que necesite ser recordada de su naturaleza interna.
Un abrazo,
Mariana♥️